De allá, en la capa de la atmósfera conocida como estratosfera, las condiciones de observación son similares a la presentes en el espacio: las imágenes no son perjudicadas por turbulencia y la cámara puede dar zoom en luz ultrarojo, que de otro modo sería absorbida por la capa de ozono. Las variaciones en la radiação solar son particularmente pronunciadas en luz ultrarojo. Separado del globo, el SUNRISE descendió de paraquedas en 14 de junio, pousando en la Isla Somerset, en territorio canadiense.
El trabajo de análisis de los datos colhidos, que suman 1,8 terabyte, está sólo comenzando. Uno de los aspectos que interesan los científicos es la conexión entre la fuerza del campo magnético y lo brillo de pequeñas estructuras solares. El campo varía en un ciclo de actividad solar de 11 años. La presencia mayor de esas estructuras causa un aumento del brillo solar, resultando en un mayor input de calor sobre la Tierra.
Antes de la rápida pero importantíssima misión del SUNRISE, los procesos físicos ahora observados sólo podían ser simulados por medio de modelos computacionais complejos. “Esos modelos pueden ahora ser contextualizados en una sólida base experimental”, explica Manfred Schüssler, científica del Instituto Max Planck.
El grupo de investigación envuelve también el Instituto Kiepenheuer para Física Solar, el Observatorio de Alta Altitud en Boulder (Colorado), el Instituto de Astrofísica de Canarias (Tenerife), el Laboratorio Solar y de Astrofísica de la Lockheed-Martin en Palo Alto (California), el Complejo de Globos Científicos de Nasa y el Centro Espacial ESRANGE, en la Suecia.