sábado, 17 de octubre de 2009

EL GRAN HERMANO NOS SIGUE VIGILANDO...

  Hace 60 años, con una Europa desangrada por el fascismo e inmersa en plena Guerra Fría, George Orwell publicaba 1984, una desgarradora fábula acerca de un mundo inquietantemente parecido al nuestro. Orwell entremezcló la ciencia-ficción y la crítica política mordaz para lograr una irónica profecía sobre un futuro en el que se cumplen todos los temores de su tiempo.

LUCÍA MÁRQUEZ
Jueves 15 de octubre de 2009.  Número 111


La novela se sitúa en la potencia de Oceanía (una Inglaterra futura) donde el Partido Único gobierna bajo tres consignas incuestionables: “La guerra es la paz”, “La libertad es la esclavitud”, “La ignorancia es la fuerza”. El autor recrea con minuciosidad una sociedad devota del orden establecido, en la que el Estado es omnisciente y las libertades más básicas son milimétricamente reguladas por el Gran Hermano todopoderoso. Una sociedad dominada por telepantallas que capturan cada instante de la vida cotidiana, y donde la propaganda política y los medios de masas imponen brutalmente las obligaciones, los deseos y los odios. La burocracia y la técnica han absorbido la realidad convirtiéndola en una mera estadística alterable: con un simple retoque de los archivos, cualquier ciudadano deja de existir, se convierte en una no-persona y desaparece de la memoria individual y colectiva.

Cartel de la película basada en el libro de Orwell y dirigida por Michael Radford en el año ’84.





En este entorno de vigilancia y opresión, Orwell convierte a Winston Smith, un ser gris y soñador, en un héroe combativo. Sin embargo, ni siquiera él logrará escapar del control despiadado del Gran Hermano. A través de la reeducación a la que es sometido Winston, el escritor describe crudamente el proceso de destrucción física y mental del individuo, la tortura sistemática y brutal que lo deshumaniza y lo convierte en una sombra. Al final de la novela, Winston ha sido tan anulado y vejado, que ya sólo es capaz de amar incondicionalmente al Gran Hermano.
1984 se ha convertido en una de las distopías más celebres, demostrando que la ciencia-ficción abarca mucho más que extraterrestres e historias galácticas. Orwell caricaturiza el pensamiento único y el autoritarismo hasta lograr una parodia estremecedora y, sin embargo, reconocible en este siglo. La violencia y la alienación presentes en Oceanía aparecen en nuestras rutinas diarias de forma mucho más sutil, pero igualmente eficaz, diluidas en el discurso de la racionalidad y el convencionalismo. Imposible leer 1984 sin sentir un escalofrío, un nudo en el estómago, una punzada de terror. Imposible leerlo sin sospechar que, a pesar de no vivir en 1984, cada uno de nuestros actos conformistas, cada pensamiento resignado, cada verdad oficial que asumimos como absoluta no son más que simples muestras de lealtad al Gran Hermano.