Tenemos que seguir apoyando a nuestros hermanos helenos, no podemos dejarles ahora cuando están consiguiendo paralizar unas medidas tiránicas y represivas, eso no es apretarse el cinturón, eso es bajarse los pantalones y esperar a ver quien es el primero que te patea el trasero... acompaño el artículo con un video del Papandreu solicitando la necesidad de un Nuevo Orden Mundial..¡¡¡  DESPIERTA ¡¡
Desde Bruselas
    Las protestas en Atenas aumentaron poniendo en jaque al gobierno de  Papandreou. Ayer un banco fue incendiado con un cóctel Molotov  provocando la muerte de tres empleados –dos hombres y una mujer  embarazada de cuatro meses–.
    Durante todo el día del miércoles la policía antidisturbios se  enfrentó con los manifestantes en las calles. Atenas permanece  paralizada por una huelga general de 48 horas en contra de las medidas  de austeridad impulsadas por la UE y el FMI a cambio de un paquete de  ayuda financiera válido por 110 mil millones de euros.
    A lo largo de toda la crisis griega varios analistas han visto  paralelismos con lo sucedido en Argentina en el 2001, previo a la caída  del gobierno de Fernando de la Rúa. En el caso griego, se trata del  socialista George Papandreu que se encuentra cercado. El FMI junto a la  UE han impuesto un paquete de medidas con el fin de reducir el déficit  público en Grecia –que en la actualidad alcanza 13,6 por ciento del  PBI–.
El objetivo del plan es que Grecia vuelva a tener acceso a los  créditos internacionales y de esa forma se pueda autofinanciar sin ayuda  de la Unión. Dicha meta, sin embargo, aparece cada vez más lejana. Al  mismo tiempo que la televisión difundía imágenes de las protestas en  Atenas, los inversores en las principales Bolsas del mundo se  apresuraban a vender los bonos griegos aumentando el riesgo país y  situando a Grecia al borde del default.
    Entre la mayor parte de los griegos existe una profunda sensación de  injusticia ya que las medidas de austeridad golpearán fundamentalmente a  los trabajadores, pensionistas, desempleados y pequeños comerciantes.  Al mismo tiempo, aquellos que se enriquecieron durante el período del  boom económico, del crédito fácil, clientelismo y corrupción rampante se  libran de hacer sacrificios.
    Las protestas del miércoles comenzaron cuando aproximadamente  100.000 personas tomaron las calles al grito de “que pague la  plutocracia”. Hacia el mediodía la furia de los manifestantes se dirigió  contra el edificio del Parlamento en donde hubo enfrentamientos con la  policía durante varias horas. Dentro del Parlamento, los legisladores  que se aprontan a aprobar las medidas de reajuste pidieron medidas de  seguridad especiales alrededor del edificio.
    En la calle hay rabia y desencanto contra toda la clase política, la  cual es vista como irresponsable y principal causante del descalabro  económico. Un sentimiento similar al “que se vayan todos” del 2001.
    Las manifestaciones ya no están formadas por grupos de anarquistas  indómitos como durante revueltas anteriores. Ahora se trata de protestas  generalizadas independientes de afiliaciones partidarias. Antiguos  seguidores del Passok, el Partido Socialista actualmente en el gobierno,  se vuelcan hacia las calles para demostrar su rechazo hacia las medidas  que les caen del cielo.
    Se trata de días cruciales no sólo para Grecia sino para Europa. Los  últimos días han visto un aumento en el riesgo país de España y  Portugal, dos países que se encuentran altamente endeudados. Ya se  comienza a temer que puedan correr la misma suerte que Grecia.  Recientemente, el presidente José Luis Zapatero dedicó una rueda de  prensa en Bruselas a calmar a los mercados diciendo que comparar España  con Grecia era “una absoluta locura”. El miércoles el presidente del  Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, aseguró que la situación en España  “no tiene nada que ver” con la crisis griega. Claras señales para  preocuparse.
    En Bruselas y en gran parte de la opinión pública europea muchos  miran las manifestaciones en Atenas con desaprobación. Ven la  confirmación de los mitos repetidos incansablemente por los medios: que  los griegos son haraganes y que se trata de un país en donde hay  demasiados empleados públicos, con horarios de trabajo demasiado cortos y  pensiones abultadas. En definitiva, que la culpa del desastre económico  es de todos los griegos. La realidad, sin embargo, es distinta. El  trabajador promedio griego trabaja 42 horas por semanas contra un  promedio europeo de 40. Respecto de la edad de retiro, el promedio  griego es 61,4 años mientras que en Europa es de 61,1. Las pensiones son  muy menores a las de otros países europeos: 750 euros en Grecia contra  960 en España, 1700 en Irlanda y 2800 en Bélgica. Acerca de la amplitud  del sector público, 22,3 por ciento del total de trabajadores son  empleados por el Estado –una cifra levemente menor al  promedio europeo–.
    La prensa alemana ha sido particularmente activa en difundir una  imagen caricaturizada de los griegos, lo cual ha engendrado un profundo  resentimiento en Grecia. Para muchos griegos el gobierno de Papandreu ha  capitulado ante los extranjeros y está siendo manejado por el FMI y la  UE. La crisis está viendo un resurgir de sentimientos nacionalistas.
    Un manifestante de 55 años sostuvo que “lo que mucha gente olvida es  que a nosotros los griegos no nos gusta la autoridad. Siempre hemos  resistido aquello que creemos injusto. Luchamos contra los persas en  Maratón, contra los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y  lucharemos contra el FMI porque en realidad ya no tenemos un gobierno.  Son las fuerzas extranjeras que están a cargo ahora”.
    En estas horas, muchos líderes europeos estarán descubriendo que, a  pesar de todo, decidir sobre otro país no es tan fácil como creían.
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