ABDULAH
Un místico Sufi que fue feliz toda su vida -nadie lo vio infeliz jamás…-, siempre se estaba riendo…El era risa; todo su ser era un perfume de fiesta.En su vejez, cuando se estaba muriendo -en su lecho de muerte, gozaba incluso de la muerte…-se reía divertido…-un discípulo le dijo:
“Nos desconcertás…te estás muriendo ¿de qué te reís? ¿qué tiene de divertido?…¡nosotros nos sentimos tan tristes! Muchas veces te quisimos preguntar porqué nunca estás triste, pero ahora, enfrentando la muerte, uno debería estar por lo menos triste…¡pero vos seguís riéndote! ¿Cómo te las arreglás?”.
El anciano contestó:
“Es una indicación muy simple. Un día le pregunté a mi Maestro…-fui a verlo cuando era joven…tenía solamente 17 años y ya me sentía desgraciado…Mi Maestro era anciano; tenía 70 años y se solía sentar abajo de un árbol, riéndose sin ningún motivo: no había nadie, no había pasado nada, nadie había contando un chiste, nada; solamente se reía agarrándose el estómago. Le pregunté:
‘¿Qué te pasa? ¿estás loco o algo así.?’ Me dijo:
‘Un día yo también estaba tan triste como vos; después surgió un rayo de luz, y fue que esa era mi elección, era mi vida…desde ese día, cada mañana cuando me levanto, lo primero que decido antes de abrir los ojos, es preguntarme a mí mismo:
‘Abdulah -su nombre era ese-, ¿qué querés? ¿desgracia? ¿alegría? ¿qué vas a elegir para hoy…?’ Y lo que pasó es que siempre elegí alegría…’”
Es una elección…probá. Lo primero es a la mañana, cuando te des cuenta que se fue el sueño, preguntate a vos mismo:
“Abdulah…¡otro día! ¿qué querés? ¿desgracia o alegría…?”
Y quién va a elegir desgracia? ¿y por qué? Es tan antinatural…a no ser que uno se sienta feliz en la desgracia…pero entonces también estarías eligiendo felicidad y no desgracia…