Tras     30 días de trabajo y tensión, la Agencia de Seguridad Nuclear de     Japón ha decidido elevar a 7  la     gravedad del accidente nuclear de la central de     Fukushima, alcanzando el     máximo valor en la     Escala Internacional Nuclear y de Sucesos     Radiológicos (INES) del Organismo     Internacional para la Energía Atómica     (OIEA).
         
Ahora, el incidente nuclear provocado por el     terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo tiene la misma     categoría que el accidente de     Chernóbil (Ucrania), de 1986, reservado para    accidentes graves con liberación al     exterior de materiales radiactivos con amplios efectos en la     salud y el medio ambiente que requieren de la aplicación de medidas     paliativas prolongadas. 
Las consecuencias de los sucesos nucleares y     radiológicos son medidas según el impacto que tienen en tres áreas:     sobre las personas y el medio     ambiente, barreras y     controles radiológicos (impacto en instalaciones) y    defensa en profundidad (no     afecta al primer área sino a lo que ocurre si el conjunto de medidas     diseñadas para prevenir accidentes falla). Los índices de gravedad     se gradúan del 0 al 7, siendo     el valor más vajo para incidentes que    no son significativos para la     seguridad y 7 el más alto, para    accidentes graves.       
Incialmente, el escape nuclear de Fukushima fue     catalogado como de nivel 4,     aplicable a accidentes con consecuencias de    alcance local por una liberación     menor de materiales radiactivos. Según explica el INES,     conlleva al menos una muerte por radiación, se produce una fusión de     combustible o se liberan cantidades considerables de radiación     dentro de la instalación, pero no suelen ser necesarias las     contramedidas, salvo los controles locales de alimentos. Japón ya     había vivido un accidente a este nivel en 1999, en Tokaimura, al     igual que Francia en 1980 en Sant Laurent des Eaux.
Siete dias después el escape avanzó en la escala y     alcanzó el nivel 5,     correspondiente a accidente con consecuencias de mayor alcance,     cuando se produce una liberación     limitada de materiales radiactivos al exterior o se registran     varias muertes por radiación, y también si el reactor sufre daños     graves (como fue el caso de Fukushima) o si produce una liberación     de grandes cantidades de materiales radiactivos dentro de la     instalación. Este caso sí suele requerir la    aplicación de contramedidas.     También se habían producido dos sucesos de grado 5: Los accidentes     de las centrales de Windscale-Sellafield en Liverpool (Reino Unido),     en 1957, y Three Mile Island, en Harrisburg, Pensilvania (EEUU), en     1979. 
Y este martes, la gravedad del incidente de     Fukushima ha alcanzado el máximo     nivel (7), el de mayor gravedad, después de que se haya     producido la liberación al exterior de materiales radiactivos con     nocivas repercusiones para el entorno. Como ya ha empezado a     ocurrir, será necesaria la     aplicación de medidas paliativas prolongadas durante un     tiempo indefinido. 
El aumento de la gravedad del accidente en la     escala internacional está basado en los    cálculos provisionales de la     agencia nuclear japonesa, que ha detectado altas concentraciones de    cesio y yodo radiactivo en la     zona. Según Nishiyama, las emisiones de yodo 131 desde el inicio de     la crisis superan los 10.000     terabecquerel, por debajo de los cientos de miles de     terabecquerel que se emitieron en Chernóbil (Ucrania).
Ayer lunes, el Gobierno decidió, además, que     ampliará las zonas de evacuación a otras     zonas fuera del perímetro de veinte     kilómetros desde la central, entre ellas el pueblo de Iitate,     a cuarenta kilómetros de distancia. 
Extraido de la pagina de Kristen Nieling
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