Dos millones de bolivianos están expuestos a un peligro de un terremoto de una magnitud de hasta 8,9, un sismo que sería 125 veces más potente de lo que auguraban estimaciones anteriores, un estudio publicado este domingo.
El descubrimiento, divulgado por la revista científica británica Nature, constituye una sorpresa incluso para los propios investigadores.
"Nadie sospechaba de que las estimaciones precedentes habían sido subestimadas", destacó Benjamin Brooks, geofísico de la Universidad de Hawai en Manoa y principal autor del estudio.
Según los cálculos efectuados hasta entonces y fundados sobre una historia sísmica relativamente en calma para esta zona, la magnitud de un terremoto en la región situada al este de Los Andes centrales no habría superado los 7,5.
Pero un minucioso análisis de cálculos efectuados con GPS (Sistema de posicionamiento global) realizados en el flanco oriental de la cadena montañosa, sugirió que las tensiones subterráneas que se acumulan allí desde hace siglos podrían provocar un sismo de magnitud entre 8,7 y 8,9.
Esos cálculos muestran en efecto que la zona situada al oeste de la falla de Mandeyapecua, orientada norte-sur, se desplazó mucho más que el área situada al este de esta falla. Según los investigadores, una sección relativamente poco profunda de esta falla está bloqueada sobre unos 100 kilómetros y es allí donde se concentran las tensiones provocadas por la confluencia de dos placas tectónicas situadas bajo la región.
La ruptura de toda esta sección 'encerrada' durante un solo sismo podría culminar en un temblor de magnitud 8,9.
"Esperamos que estas informaciones serán ampliamente difundidas en Bolivia y tomadas en cuenta por la gente que podría resultar más afectada".
No obstante es imposible saber cuándo dicho megasismo podría producirse, ni siquiera decir con certeza si se producirá algún día. Una serie de temblores menos potentes podría en efecto disipar las tensiones telúricas sin provocar un megasismo.
Brooks y su equipo están estudiando actualmente la historia sísmica de la región para determinar la fecha y el alcance de los terremotos del pasado y tratar de descubrir si un megasismo de esta potencia se ha manifestado ya.
En los últimos años se han producido sismos de mayor magnitud (9,0 en Japón en marzo pasado y 8,8 en Chile en febrero de 2010) que han incitado a los especialistas a revisar sus estimaciones.
"Probablemente, deberíamos evaluar de nuevo nuestras estimaciones de los sismos que podrían golpear todas las zonas de fallas", había declarado Ross Stein, sismólogo del Sistema de Vigilancia Geológica de Estados Unidos (USGS) poco después del terremoto seguido de un maremoto que devastó el noreste de Japón.
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