viernes, 28 de enero de 2011
El Periespíritu y Funciones
El  cuerpo energético por medio del cual el Espíritu se expresa en los  diversos campos de la vida, en virtud de su estructuración, guarda  condiciones de participar de múltiples fenómenos, en cada uno de ellos  determinando una forma particular de manifestación.
Por las condiciones de imponderabilidad, y por representar un subproducto del fluido universal, tiene capacidad de servir como lazo de unión  entre lo esencialmente espiritual, el Espíritu, y lo que se muestra esencialmente material, el cuerpo físico.
Reconocemos,  entonces, como siendo del periespíritu la responsabilidad por la  organización del complejo celular, determinando, en las reencarnaciones  humanas, la fijación de las caracterizaciones de orden genético en el  cuadro de necesidades y méritos que la Providencia Celeste procesa  debidamente. En su posibilidad plástica, es dotado de función modeladora  de la forma, dándole, bajo el comando espiritual mental, la expresión  de la cual necesita para que tal forma material sea ideal para atender a  las necesidades diversas del reencarnante al consumarse la  reencarnación.
Por  todos sus atributos, por las ligaciones célula a célula, conduciendo  hacia la carne los impulsos internos del alma y hasta ésta las  relaciones nerviosas del cuerpo físico, el periespíritu préstase como  vehículo imprescindible para ayudar en la exteriorización de la  mediumnidad, en los parámetros de la Tierra. Es por intermedio del  periespíritu que los más variados fenómenos de mediumnidad se muestran,  arrebatadores unos, intrigantes otros, importantes todos...
Hechos  por substancias que vibran al influjo del campo eletromagnético sobre  el cual se ajustan, los fluidos periespirituales revisten la mediumnidad  de características sui generis.
Al  acercarse del médium, con intención de establecer contacto con él, la  Entidad desencarnada, automáticamente, lo envuelve en los fluidos que  emite, vivificados por sus intenciones, exteriorizando las imágenes que  corresponden a esas mismas intenciones.  
De  acuerdo con la estructura neurológica del medianero, consonante su  organización fisiológica, el periespíritu hace vibrar ciertas zonas del  sistema nervioso central que responde en la proporción de su educación y  costumbre y, en la medida en que se da el proceso de resonancia de la  zona vibrada con las emisiones del desencarnado comunicante, se  establece la interacción mente desencarnada/mente encarnada. A partir de  entonces, si la zona sensibilizada fue de la motricidad, los miembros  superiores e inferiores podrán ser accionados, ocurriendo fenómenos de  locomoción, de escritura, bien como otros movimientos corporales. Si el  área en la que repercutió la influencia fue la de los ojos o la de los  oídos, o aun, la del habla, podremos observar fenómenos de  psicovidencia, psicoaudiencia y  psicofonía, respectivamente.
Nada  impide, sin enbargo, que ocurran varios de esos fenómenos de forma  concomitante, como conjugados o incluso interdependientes.
Cuanto  más intensa sea la interacción Espíritu médium, más notable se  presentará el fenómeno mediúmnico, propiciando incluso, elementos  identificadores del desencarnado, de alta expresividad.
En  todo y cualquier fenómeno de comunicación mediúmnica, el cuerpo  periespiritual se hace elemento de capital importancia, induciéndonos a  que, cada vez más, lo estudiemos, penetrando en sus sutilezas, a fin de  que la vida, mejor comprendida a partir de eso, sea mejor vivida,  ajustada al sumo bien y a la necesaria salud moral. 
No  olvidemos que las capacidades del periespíritu, marcadas por el bien,  reflejan el crecimiento del alma, su mayor identificación con las  Fuentes Sublimes de la Vida, a fin de que se haga cooperadora de la  Divinidad, galardonándose para alcanzar cielos más altos en su mundo  interior.
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"¿ El Espíritu puede obrar sin el concurso de un médium?"
"Puede  obrar sin  saberlo el médium, es decir, que muchas personas sirven de  auxiliares a los Espíritus para ciertos fenómenos, sin pensar en ello.  El Espíritu toma de ellas, como de una fuente, el fluido animalizado que  él necesita; así es que el concurso de un médium tal como lo entendéis  no es siempre necesario, lo que tiene lugar, sobre todo, en los  fenómenos espontáneos".
(El Libro de 10 Médiums, 2 parte, cap. 137, ítem 74, preg. 15).
 

 
 
 
 
 
 
 
 

 
 




