En el Bulusan, unos 390 kilómetros al sureste de Manila, los sismógrafos detectaron tres temblores y nueve casos de deslizamiento de rocas, mientras que la nubosidad reinante impidió observar expulsiones de vapor desde la cima, donde está prohibido el acceso ante el riesgo de explosiones inesperadas tanto de vapor como de cenizas. También se observaron limitadas riadas de lodo en las faldas del volcán.
Sobre el Bulusan está impuesta la alerta 1 desde noviembre pasado, con una zona de cuatro kilómetros de radio en torno al cráter considerado como Zona de Peligro Permanente.
El pasado 21 de febrero el Bulusan registró una explosión de ceniza de tres kilómetros de altura, que provocó el pánico entre los residentes de la zona.
En cuanto al Mayon, a unos 330 kilómetros al sureste de Manila y 65 kilómetros al noroeste del Bulusan, los sismógrafos detectaron dos episodios de deslizamientos de rocas, mientras que la nubosidad reinante también impidió observar expulsiones de vapor o variaciones en el brillo de la lava volcánica.
En torno al Mayon se impuso también la alerta 1, con una zona de peligro permanente de seis kilómetros en torno a ese cráter.
Filipinas se encuentra en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, donde se registra el 90 por ciento de los temblores del planeta y donde se concentran también numerosas cumbres volcánicas.
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