jueves, 28 de abril de 2011

Cuando parece todo muy difícil...

Recurra al poder silencioso de su pensamiento. Coraje, haga uso de su fuerza mental, utilice sus experiencias, no se disguste. No olvide que las miserias, las fatigas, los desencuentros, las incomprensiones, son parte de lo aprendido en la evolución del tránsito terreno, son escalones necesarios para el individuo haga autodisciplina.
No se desanime, la mayor parte de la vida es de luz y amor; procure sentirlos y todo quedara mejor en su existencia. La falta de fe en el Creador facilita que aparezca el miedo, aflicción, angustia, ansiedad, dudas, disgustos, tristeza, desilusión, egoísmo, infelicidad; son frecuencias mentales que destruyen y rebajan la dignidad humana.
La práctica cotidiana de afirmar el bien, ejercítelo, haga autocontrol, disciplina de sí mismo, representa el camino seguro e iluminado de la paz, del conocimiento, del equilibrio. La fe en el Creador, el trabajo en beneficio de la familia humana y la voluntad firme en el bien constituyen toda la base de la satisfacción, de la victoria del hombre. 
 

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No hay dificultad, por mayor que pueda parecer, que no se transforme delante de la calma, de la serenidad, de la paciencia y de la poderosa concentración del pensamiento en el amor, en la verdad y en la justicia. La disciplina personal consigue reunir las fuerzas dispersas del pensamiento, dirigiéndolas, transformándolas en luz que ilumina los momentos difíciles, oscuros.
La disciplina personal es alimento que sustenta al ser humano en la camino del bien. El hombre que busca hacer el proceso de espiritualización no teme las dificultades, la contrariedad. Su ser camina en el sentido de hacer lo mejor posible, siendo siempre la comprensión, la esperanza por la fuerza de la oración.
Mi amigo, no hay otra alternativa para alcanzar la resolución de sus problemas sino por el autoconocimiento, el dominio de sí mismo. Coraje, el conocimiento libera. Cuando todo parece extremamente difícil, busque elevarse encima de los problemas que lo perturban. Día a día, haga ejercicio para tranquilizar su mente.
Dígase a usted mismo: “Yo quiero ser feliz”, entre en el silencio de su propio ser, afírmese en el bien, fructifique, viva el vigor de la dignidad humana, de la esperanza y del amor, siendo señor de sí y respetando profundamente a su prójimo.
Mi buen hermano, en este momento piense intensamente en el Creador, mire el mundo y usted alcanzara identidad, será feliz, pues sabrá proclamar la victoria de la verdad que es Dios. 

Fe, luz, la construcción del mañana.