Cuidaos de aquél que jure no haber escuchado jamás el lamento  del vencido, porque un día os vencerá y nadie sabrá que habéis gritado..
"Los Elegidoss"
 En  fechas preelectorales,  de tan honda tradición en otros países, que no aquí, evidentemente,  encuentro de Perogrullo reflexionar acerca de la capacidad de elección  que los componentes del llamado género humano adquirimos funcionalmente a  los pocos meses de nacer y mediante la cual forjamos a cada instante la  corta y endeble cadena que nos sostiene sobre el vacío al que se abre  el abismo de la vida. Gravísima dolencia, ésta de la Existencia, letal  para todo aquél que la contrae (a excepción de Jesucristo y de Elvis  Presley), que cuenta con el celibato como única vacuna efectiva y con la  libertad para escoger como único e imaginario remedio. Esta libertad  condicional tutelada por la Muerte, nos convertiría en exclusivos dueños  de nuestras decisiones y en esclavos únicos de sus consecuencias si no  fuere porque están ellos, los otros, eufemístico término
  con el que cierto filósofo francés definió el Infierno con alto grado  de exactitud.
Dejando  aparte el delito de nacer,  muchos individuos de nuestra especie cometen el crimen de elegir  convertirse en émulos de Dios, dispensando dolor y muerte a quienes  ellos, los elegidos, consideran inferiores. Distinguidos miembros  honorarios de esta élite, por ejemplo, entre otros miles, son los  Jemeres Rojos, los nazis, los tratantes de esclavos, los miembros de  Al-Qaeda o los conquistadores españoles, quienes lograron llevar a cabo  el único genocidio total de una raza, la de los indios caribe, en tan  sólo 50 años del siglo XVI. Por no hablar del exterminio del pueblo  armenio a manos de los turcos a principios del siglo XX, de la  deportación en masa del pueblo checheno a Siberia, obra del ínclito  Jozef Stalin, o de la esterilización de subnormales realizada en  silencio por el civilizado gobierno sueco en los años 50 del pasado  siglo XX.
Todas estas  muestras de “superioridad” (simples gotas en el infinito océano de la  miseria humana), aparte de la obviedad del racismo, tienen en común la  reducción del otro a un estado pre-humano, animalesco, de  abstención permanente. Al fin y, al cabo, un sub-hombre no puede elegir,  y poco le importaban al dueño de una plantación de Missouri las  decisiones que pudiera tomar un negro cargado de cadenas o al emperador  japonés Hiro-Hito las que tomaran las más de 300.000  mujeres chinas secuestradas y prostituidas por y para sus tropas en  1938.
Primera Ley del Elegido:  
Duerme tu  conciencia. No es fácil pero sus ojos también se pueden cerrar.
Para nosotros, nunca lo olvides, hermano elegido, ellos,  los otros, son doblemente culpables ya que teniendo la facultad  de elegir, no han querido ser uno de los nuestros, si no que han optado  por tener Síndrome de Down, por poseer nariz chata, por  enfermar cursando silencio asintomático o por hablar lengua ignotas de  tono gutural. Ellos no son lo que son por casualidad. El tutsi sabe muy  bien que va a ser tutsi y se enorgullece de ello. Del mismo modo, un  albino, un pordiosero, un vasco, un esquimal, un trotskista-leninista o  un maricón, todos ellos enemigos naturales de nuestra mera existencia,  son lo que son porque han querido serlo. De esta irrefutable verdad  divina, dimana nuestro derecho a elegir encarcelarlos, desterrarlos,  violarlos, esterilizarlos, quemarlos vivos o desmembrarlos. Sólo así,  además de ser inutilizados físicamente, conseguiremos el supremo  objetivo de extirparles la libertad que les hace aparecer como humanos  ante nuestros ojos. Una vez privados de humanidad, podremos disponer de  su vida y de su dignidad sin que la conciencia, lo único que puede  llegar a ser más poderoso que nosotros mismos, intente pedirnos cuentas  posteriormente.
Conciencia, sí. Esto es lo  terrible. Los carniceros eran humanos, tenían conciencia, tenían  sentimientos y, por supuesto, ni estaban enfermos, ni eran dementes.  Podían estar locos sus líderes, que lo estaban (Hitler, Stalin, Bin  Laden, Mussolini, Pizarro, Idi Amín, Mao Tse Tung, etc...),  o tener ligeros retrasos psicológicos (George Bush o Ceaucescu)  pero Hitler, por ejemplo, jamás mató personalmente a un judío, ni  Pinochet pilotó un helicóptero lleno de estudiantes o sindicalistas  envueltos en alfombras para tirarlos al Océano Pacífico. Ellos  simplemente convencían a la gente para que se ocupara del trabajo sucio.  Militares, clérigos y seglares de cualquier clase social y variopinto jaez caían, y siguen cayendo, bajo su influjo;  catedráticos, campesinos, proxenetas e ingenieros, padres ejemplares,  adúlteros o esposos perfectos, buenos vecinos y probos ciudadanos que no  dudaban en ayudar a su prójimo, se transformaban en meticulosos  torturadores, delatores o asesinos al servicio de otro cualquier Elegido  entre elegidos.
Segunda Ley del  Elegido: Elude la duda. Únicamente el débil duda. Y el débil no  puede haber sido engendrado para ser elegido. 
Nosotros somos el pueblo superior y sólo a  nosotros se nos ha dado la posibilidad de destruir con justicia a los  demás. Resulta evidente, pues, que si se nos ha concedido la posibilidad  de hacer algo es porque Dios quería que lo hiciésemos. No me preguntéis  porque yo tampoco os responderé a vosotros. Es nuestro deber aniquilar  lo que se puede aniquilar y no podemos vacilar un solo instante en  hacerlo, puesto que la duda engendra nuestro segundo peor enemigo: el  Pensamiento.
Tercera  Ley del Elegido: Sólo piensa "Aquél que conduce a los Elegidos". El Führer,  il Duce, el Caudillo, el Presidente del Soviet  Supremo, el Sumo Pontífice, el Imperator Mundi que fue primus  inter pares y luego Príncipe de Pueblos, ad æternam. Tan sólo a Él compete la tarea de pensar. Tú, calla y  obedece. Y mata y muere por Él, si así se te ordena, y tendrá sentido tu  existencia. Libres y electos
Ese nosotros es lo que provoca  escalofríos ¿Acaso puede alguien pensar que eran mentalmente deformes  los habitantes de un país (Alemania) entre cuyos hijos figuran Schiller,  Von Essenbach, Goethe, Hölderlin, Rilke,  Hegel, Kant, Bertolt Brecht, Schopenhauer, Beethoven, Asimov, Paul  Breitner, Bach, Nietzsche o Richard Wagner (utilizado por los  antisemitas)? Sin embargo, el Partido Nacionalsocialista Alemán del  Trabajo (NSDAP) fue el partido mayoritario en el Parlamento Alemán  (Reichstag) desde 1932 con el 37,4 % del total de los votos. Un año  después, Hitler fue democráticamente nombrado canciller, en coalición  con el Partido Católico.
La barbarie, el odio, la impiedad o la venganza son inherentes  al ser humano pero quien actúa guiado por tales fuerzas nunca podrá ser  eximido de sus actos por verse acuciado por el miedo, obligado por la  "obediencia debida" o impulsado por equilibrar una humillación previa,  por muy injusta que sea (Tratado de Versalles, 1920). Ni, por supuesto,  se justifica crimen alguno esgrimiendo religión, política o RH sanguíneo  como argumento. Nada concede a nadie el derecho a dañar a otro ser vivo  salvo la propia supervivencia y la protección de los seres queridos.
Afortunadamente, no hay nada ni  nadie capaz de deshabilitar la Libertad como programa de inicio en el  ordenador personal del alma humana. Siempre se ejecuta en segundo plano.  Incluso cuando se produce un fallo general del sistema y se bloquean  las aplicaciones que proveen al núcleo de las funciones de Conciencia y  Pensamiento. La Libertad está siempre capacitada para formatear C:\ y  reanudar el proceso evolutivo desde un disquete de 3,5. Aunque tengamos  que volver a instalar Windows 95.
Ejemplos ejemplares: I
Me ha venido a la mente la  "piadosa" respuesta lanzada por 
Arnaud-Amaury, enviado papal a la  Cruzada contra los cátaros en el siglo XIII, al ser  inquirido por uno de los oficiales franceses acerca de cómo distinguir a  herejes de católicos entre los habitantes de 
Beziers, los cuales  iban a ser masacrados siguiendo sus órdenes: «Matadles a todos; Dios  distinguirá». No lo dicen las crónicas, pero supongo que Dios no se paró  a distinguir entre unos y otros, ya que la totalidad de los habitantes  de la ciudad fueron exterminados: 22.000 cadáveres descuartizados,  calcinados o reventados adornaban sus calles al caer la noche de aquel  infausto 22 de julio de 1209. Entre los muertos se cuentan las 2.000  personas que se refugiaron en la iglesia de la Madeleine, creyendo que  al ser lugar sagrado estarían a salvo... ¡Craso error! Los cruzados  trabaron las puertas y prendieron fuego al templo, abrasándose vivos  todos los allí refugiados.
Ejemplos ejemplares: II
 
Durante la II Guerra Mundial, un poco más al norte, en  Oradour-sur-Glane, cerca de Limoges  (también en Francia), varios centenares de personas huyendo de las  tropas nazis buscaron refugio en la iglesia parroquial del lugar.  Pensaban, al igual que los habitantes de Beziers 735 años antes, que sus  perseguidores respetarían el suelo sagrado del templo... Dicen los más  viejos del lugar, que, a veces, cuando sopla el viento del este, el aire  parece colmarse de nuevo del penetrante hedor a carne quemada que  permaneció en la zona durante semanas después del 10 de junio de 1944,  día en el que 642 personas, 443 de las cuales eran mujeres y niños,  fueron abrasadas vivas dentro de una iglesia de la que su propio Dios  había huido para no ver las consecuencias de su capricho creador.
 Palabras, siempre las  inútiles palabras...
Así como el resplandor deslumbra las pupilas de quien dirige  su mirada hacia el sol, la Historia devuelve a nuestros ojos sólo la  verdad de quien la escribe: los vencedores. Misión del hombre digno es  saber distinguir entre sus convulsas líneas al matarife del cordero y al  hacedor de bien del abyecto dispensador de sangre y muerte. Sólo así  puede ser derrotada la ignorancia y evitada la repetición de los errores  que nuestros ancestros cometieron. Mientras tanto, nuestro silencio  ensancha la grieta por la que llegan hasta el alma los gritos de los  condenados cuando su carne empieza a ser besada por el fuego.
Daniel Puñoenrrostro
Pesador de almas heréticas en  el Hades
y en mi  casa.
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