A pesar de la profunda crisis en la que está inmersa desde 2009, la pequeña Republica báltica de Estonia han adoptado la moneda única el 1 de enero de 2011. Con este objetivo, las autoridades han puesto en marcha medidas draconianas que han llevado a la pobreza a una parte importante de la población.
Tomando como pretexto la crisis mundial, el gobierno derechista, dirigido por el primer ministro
Andrus Ansip, ha impuesto el despido de miles de funcionarios y la disminución de un 10% de los salarios de los trabajadores del sector público. Siguiendo el ejemplo del sector público, el sector privado ha ido más lejos incluso llegando a reducir los salarios una media del 15%.
Los gastos públicos se han reducido igualmente un 20%, debido en parte a una disminución del montante de las pensiones y de la ampliación de la edad de jubilación de 63 a 65 años. Las capas más desfavorecidas han tenido además que soportar el aumento del IVA del 18 al 20%, mientras que los trabajadores han perdido la poca seguridad en el empleo que les quedaba...
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